Guía práctica para informar con responsabilidad sobre suicidios, violencia de género y comunidades vulnerables.

En el ejercicio del periodismo, no todo se trata de informar primero, ni de tener el titular más llamativo para alcanzar más ‘clics’ o rating. Existen momentos en los que la ética debe prevalecer sobre la primicia, especialmente cuando se abordan temas tan delicados como el suicidio, la violencia de género o los ataques contra los derechos a comunidades vulnerables. ¿La razón? Un tratamiento inadecuado no solo puede causar daños irreparables, sino también perpetuar estigmas, revictimizar a personas afectadas o incentivar comportamientos de riesgo.

Para Deivis Caro Daza, docente del programa de Comunicación Social de Areandina, sede Valledupar, el periodista es mucho más que un narrador de hechos: “Es un agente de cambio social, una figura que tiene el poder —y la responsabilidad— de transformar realidades desde el lenguaje, el enfoque y el tratamiento de la información. Una cobertura ética no es opcional; es una obligación profesional y moral.”

A partir de esta premisa, Caro comparte una guía con claves prácticas para cubrir estos temas con criterio, sensibilidad y enfoque de derechos humanos.

Inicialmente, reconozca que no todo debe contarse, y no todo debe narrarse de cualquier manera. En el caso del suicidio, por ejemplo, múltiples estudios han advertido sobre el fenómeno del “efecto Werther”: un aumento de casos tras la difusión masiva de detalles de este tipo de episodios. Por eso, solo se recomienda informar estos hechos si existe un interés general evidente. Incluso en esos casos, se deben evitar los detalles explícitos sobre el método o el lugar, y enfocarse en la prevención.

Asimismo, en situaciones de violencia de género, es crucial cuidar la forma en la que se presenta a la víctima. De acuerdo con Caro, nunca debe ser identificada sin su autorización, ni su imagen publicada sin consentimiento. “Tampoco se deben usar fotografías que reproduzcan estereotipos (como hombres alzando el puño o mujeres llorando), ni titulares que revictimicen o minimicen el delito”, dice.

Igualmente, en casos de violaciones, abusos sexuales o acoso, se deben omitir todos los datos que puedan permitir la identificación de la víctima, en especial si es menor de edad. Pero, más allá de proteger su identidad, es vital cuidar cómo se narra la historia. “El periodista debe evitar el morbo, el sensacionalismo y los enfoques centrados solo en el sufrimiento”, agrega Caro.

Contar con dignidad, no desde el asistencialismo

Otro de los errores frecuentes en la cobertura periodística es abordar a las comunidades vulnerables desde una lógica paternalista como si fueran sujetos pasivos que solo necesitan ayuda. Según el docente de Areandina, esta mirada es limitada y, en muchos casos, reforzada por las propias instituciones estatales. Sin embargo, los medios pueden —y deben— construir narrativas distintas.

“Informar sobre poblaciones vulnerables no significa mostrarlas siempre como víctimas. Estas comunidades también son resilientes, activas y tienen agencia. La clave está en informar desde la dignidad, visibilizando sus derechos y no solo sus carencias”, asegura.

Por ejemplo, al hablar de migrantes, personas en condición de discapacidad, habitantes de asentamientos informales o comunidades étnicas, es común que los titulares enfoquen la noticia solo en hechos negativos o delictivos. Esto genera una percepción distorsionada y discriminatoria hacia estas poblaciones.

De allí la importancia de cuidar el enfoque narrativo y el lenguaje. No se trata solo de evitar estigmas; se trata de garantizar que la información respete el contexto, las identidades y las voces de quienes históricamente han sido marginados en los medios.

¿Dónde actualizarse sobre estos temas?

Algunas fuentes clave para cubrir estos temas con enfoque de derechos son:

·       OMS – Guía para el tratamiento del suicidio en medios.

·       ONU Mujeres – Manual para coberturas sobre violencia de género.

·       Red de Periodistas con Visión de Género – Buenas prácticas.

·       Fundación Gabo – Ética periodística y derechos humanos.

·       Manual de estilo para coberturas inclusivas y no discriminatorias.

“El periodismo ético no es una opción: es la base de una sociedad informada, justa y respetuosa de los derechos humanos”, concluye Caro.

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