LO PENSAMOS, NOS ANGUSTIAMOSY HACEMOS QUE EXISTA

Hace más de cinco meses lanzamos el poster de esta edición y me ha impresionado que nuestra frase promocional, «Si lo piensas, ¿existe?», suele ser leída por una gran mayoría de personas sin los signos de interrogación, como si se tratara de una afirmación: «Si lo piensas, existe». Lo primero que evidencia la situación es que fuimos crípticos y fuimos en contra de un mantra que suelo repetirme, y que por supuesto traicioné: primero claros antes que ingeniosos. Lo segundo es que la velocidad actual de la vida hace que sea más sencillo y cómodo saltarse los cuestionamientos que lo ponen a uno a dudar de sí mismo y la manera en que se percibe del mundo. El resultado, aunque deficiente promocional y publicitariamente, me ha gustado en tanto revela nuestra aversión a la duda. Queremos tantas seguridades como sea posible: un trabajo seguro, una vida segura, un amor seguro, ojalá una religión infalible; en resumen, un modo de vida tranquilo y sin sobresaltos. Lo divertido es que lo que obtenemos en esa búsqueda es completamente contrario a lo que deseamos y el antídoto natural es no buscar el lugar seguro. Así, somos los creadores de nuestra propia angustia. Y precisamente, son las energías oscuras que nacen en ese espacio mental –tan ausente de placer– las que se han vuelto mi motor de estos veintidós años de trabajo con BOGOSHORTS. Al principio, era la angustia que generaba ver que no existían espacios dignos y respetuosos para exhibir los cortos; luego la angustia de ver tanto talento bloqueado por la falta de oportunidades de producción; después la angustia de no tener canales limpios y eficientes de comunicación entre los realizadores y las audiencias más globales, y así podría seguir enumerando mis angustias hasta llegar al día de hoy, que muchas de esas cosas han cambiado para bien. Pero las angustias hoy son mayores: la ansiedad de decenas de directores y productores por hacer películas de largometraje para tomarse la foto y publicarla en sus redes sociales, sin la rigurosidad connatural al cine; la aparición de empresas distribuidoras de garaje, más preocupadas por la tajada que les da el estado que por hacer un verdadero trabajo de distribución, o las audiencias que con justa razón corren despavoridas de las salas antes de tener que enfrentarse a algún otro ejercicio de ombliguismo egocéntrico. Cine colombiano: si lo piensas ¿existe?

Claramente, la complejidad de un año como este, que ya está terminando, no fue sólo producto de los factores que acabo de nombrar; el ecosistema audiovisual es mucho más complejo que eso y su norte está definido por múltiples condiciones de carácter social, cultural, económico y político, y no simplemente por la insensatez de algunos jugadores de la industria, la insanidad mental de los exhibidores más comerciales y la falta de terapia de algunos de sus motores “creativos”. Mucho del futuro oscuro que estamos sembrando con ahínco tiene sus más poderosas semillas en la incapacidad de ver el poder del cortometraje como fuerza, no solo renovadora y formativa, sino también económica. 

Mientras en otras latitudes hay cada vez más conciencia sobre la inyección creativa y el consumo flexible que implican los formatos cortos, y más discusiones sin tapujos sobre las posibilidades financieras y la monetización de las industrias del cortometraje, aquí aún es necesario explicar por qué los cortos son la base fundamental de una cinematografía, un cuestionamiento que ya debíamos haber superado para poder elevar el nivel del diálogo. Pero supongo que es normal, eso hace la mente: en su búsqueda asesina por sobrevivir, nos sumerge en la habitual pereza de no concebir un nuevo mundo audiovisual sostenible, desde un ángulo que aún no hemos explorado, porque claramente es riesgoso y, como cualquier experimento, un escenario lleno de incertidumbres. 

No hacemos BOGOSHORTS para ofrecer tranquilidad y mucho menos certezas. Hacemos este festival para cuestionar y cuestionarnos a nosotros mismos, pues sabemos también que nos falta aún mucho para hacerlo tan bien como lo merecen las historias cortas y los grandes pensamientos. Hacemos este festival para que no se detengan las preguntas. El año pasado hablamos del respeto al cuerpo, en esta edición queremos hurgar en la complejidad de la mente y el próximo, abordar la energía inagotable del espíritu, para completar así una segunda trilogía de reflexiones. Hacemos BOGOSHORTS para descubrir la forma de disfrutar la angustia que implica estar vivos, mientras amamos los cortos.Para conocer más información sobre el #22BOGOSHORTS, lo invitamos a seguir nuestras redes sociales en Facebook, Instagram, X, TikTok y YouTube, así cómo nuestra página web www.bogoshorts.com

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