Tragedia en Mosquera: niña de 9 años fue asesinada por su padrastro tras una discusión familiar

En la madrugada de este sábado, un hecho de violencia estremeció al municipio de Mosquera (Cundinamarca). En el barrio Recodos, un hombre, cegado por los celos tras una discusión con su pareja, encerró a la hija de ésta, una niña de tan solo 9 años, y la atacó con un arma blanca en repetidas ocasiones.

Pese a los intentos de los vecinos y la madre por auxiliarla, la menor perdió la vida en el lugar. El agresor, tras cometer el crimen, intentó quitarse la vida, pero fue detenido por la Policía y el Ejército gracias al llamado de auxilio de la comunidad. Gravemente herido, fue trasladado a un hospital en el municipio de Facatativá, donde permanece bajo custodia.

Este hecho ha generado profundo dolor e indignación entre los habitantes de Mosquera y en todo el país, pues una vez más se confirma la vulnerabilidad de los niños frente a la violencia intrafamiliar.


La violencia en el hogar: el enemigo más cercano

Lo más alarmante de este caso es que no se trata de un hecho aislado. Las estadísticas confirman que en Colombia la mayor parte de la violencia contra niños, niñas y adolescentes ocurre dentro de su propio entorno familiar.

Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, solo en 2023 se registraron 35.339 casos de violencia contra menores de edad, de los cuales más de 6.300 correspondieron a violencia intrafamiliar. Además, en ese mismo año se reportaron 607 homicidios de niños, niñas y adolescentes, muchos de ellos cometidos por personas cercanas.

Diversos informes de entidades como el ICBF, el Ministerio de Salud y la Defensoría del Pueblo han advertido que una gran proporción de los agresores son precisamente quienes deberían brindar protección: padres, madres, padrastros, familiares o cuidadores. Esto convierte al hogar, que debería ser el lugar más seguro para los menores, en el escenario más peligroso para miles de ellos.


Un problema estructural y en aumento

Expertos señalan que la violencia intrafamiliar ha venido en aumento en los últimos años. Factores como la crisis económica, los conflictos de pareja, el consumo de alcohol y drogas, y la falta de acceso a salud mental son elementos que contribuyen a que los niños terminen siendo víctimas directas de conflictos entre adultos.

El Observatorio de Violencia de Medicina Legal resalta que el hogar continúa siendo el espacio donde más se vulneran los derechos de los menores. En la mayoría de los casos, la violencia no se limita a agresiones físicas, sino que incluye maltrato psicológico, negligencia y violencia sexual, lo que profundiza el daño y perpetúa un ciclo de dolor y trauma que afecta generaciones enteras.


Mosquera: una tragedia que exige respuestas

La muerte de esta niña en Mosquera no solo enluta a una familia, sino que deja al descubierto la necesidad urgente de reforzar las rutas de protección infantil en todo el país. Los programas de prevención, atención psicosocial y acompañamiento deben fortalecerse, no solo en las grandes ciudades, sino también en los municipios intermedios, donde los recursos suelen ser más limitados.

Asimismo, es clave que la comunidad juegue un papel activo en la detección temprana de casos de violencia. Vecinos, colegios, docentes y familiares extendidos son actores fundamentales para identificar señales de riesgo y activar los mecanismos de protección antes de que los hechos escalen hasta la tragedia.


Un llamado urgente: ¡basta ya de violentar a nuestros niños!

Desde Nexo rechazamos enfáticamente cualquier acto de violencia contra los menores. Este caso, que hoy enluta a Mosquera, nos recuerda con crudeza que los niños no deben cargar con las consecuencias de los conflictos de los adultos ni convertirse en víctimas de la intolerancia o los celos.

Proteger la vida y la integridad de nuestros niños es una responsabilidad colectiva. Como sociedad debemos alzar la voz, exigir justicia y fortalecer las acciones de prevención y protección para garantizar que los menores crezcan en entornos seguros, amorosos y libres de violencia.

La tragedia de Mosquera debe ser un punto de inflexión: ni una víctima más, ni un silencio más frente a la violencia contra la niñez.

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