Un yate de lujo se hundió a los 15 minutos de zarpar en Turquía

Lo que debía ser un día de celebración terminó en desastre en la costa de Zonguldak, Turquía, donde un yate de lujo se hundió apenas 15 minutos después de tocar el agua por primera vez.

El Dolce Vento, una embarcación avaluada en cerca de 40 millones de liras turcas (más de 3.890 millones de pesos colombianos), había sido construido en un astillero local hacía solo cinco meses y era considerado prácticamente nuevo. Su lanzamiento oficial estaba previsto para la tarde del 3 de septiembre, a las 2:30 p. m., en medio de la expectativa de los habitantes de la zona que presenciaban el histórico momento.

El naufragio

En un inicio, la navegación parecía desarrollarse sin contratiempos. Sin embargo, cuando el yate había avanzado cerca de 200 metros mar adentro, comenzó a inclinarse hacia un costado, generando alarma entre los asistentes y la tripulación.

A bordo viajaban el propietario, el capitán y dos tripulantes, quienes intentaron maniobrar para estabilizar la embarcación, pero sus esfuerzos fueron en vano. Ante la inminencia del hundimiento, todos tuvieron que lanzarse al mar y nadar hasta la orilla. Afortunadamente, ninguno resultó herido.

Los testigos señalaron que, pese a los intentos por mantener el barco a flote, el Dolce Vento terminó sumergiéndose por completo en cuestión de 15 minutos, en una de las playas más concurridas del país.

Posibles causas

La Guardia Costera de Turquía, junto con técnicos del astillero constructor, acudieron al lugar para iniciar la investigación sobre lo ocurrido. Aunque las causas oficiales aún no se han confirmado, medios internacionales como The Sun informaron que una falla de ingeniería podría estar detrás del siniestro.

Otros especialistas no descartan errores en la distribución del peso durante el lanzamiento o defectos en el diseño del casco, factores que pudieron comprometer la estabilidad de la embarcación.

No es un caso aislado

El accidente recordó lo sucedido hace un año con el velero de lujo Bayesian, que se hundió en aguas del Mediterráneo, cerca de Palermo (Italia), tras el paso de un tornado. En esa ocasión, la nave —famosa por su mástil de 75 metros, el más alto del mundo— naufragó con 22 personas a bordo, sin dejar víctimas mortales.

Estos episodios, que involucran embarcaciones de alto costo y gran prestigio, vuelven a poner sobre la mesa los interrogantes acerca de la seguridad en la navegación de lujo, así como las vulnerabilidades técnicas que pueden pasar inadvertidas incluso en yates recién construidos.

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